En un pequeño rincón del Generalife, la Escalera del Agua. En el pasamanos ha sido tallado un cauce de fondo irregular por el que fluye un arroyo, que se arremolina y suena más de lo que correspondería a su caudal. No es extraño que en las noches de verano los ruiseñores acudan aquí a cantar.
El agua se adentra por el cauce empinado estrecho y sinuoso, para desembarazarse en la tierra adormilada que le espera sedienta. Allá, en otras latitudes, más cortas por la horizontalidad maltrecha, se presentan como grandes mordiscos en la roca mal encajada.